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En esta ocasión nos concentraremos en los trastornos que se derivan de las fases de la excitación sexual y el orgasmo. Dentro de los trastornos más comúnes de la excitación sexual tenemos los problemas relacionados con la erección sexual en el hombre (impotencia) y los de la excitación en la mujer. La impotencia primaria ocurre cuando el hombre nunca ha sido capaz de tener una erección apropiada que permita introducir el pene en la vagina. Hablamos de impotencia secundaria cuando el hombre ha sido capaz de lograr introducir exitosamente el pene en la vagina durante diferentes períodos de su vida, pero en algún momento no ha podido hacerlo. La impotencia primaria es muy rara, pero la impotencia secundaria es muy frecuente. Existen estudios que han establecido que un 25% de todos los hombres han sufrido de impotencia secundaria; y un 50% de todos los problemas sexuales tratados en los hombres han correspondido a la impotencia secundaria.

En el caso de las mujeres, un 33% ha presentado problemas de la excitación, el cual se puede apreciar en la ausencia de lubricación o en su disminución durante el acto sexual. Estos problemas pueden estar originados a factores físicos, tales como dispareunia (dolor durante la penetración) y anorgasmia (falta o dificultad para experimentar el orgasmo). Existe el mito de que sólo las mujeres sufren de anorgasmia. Sin embargo, sabemos que los desórdenes del orgasmos ocurren tanto en las mujeres como en los hombres. En las mujeres este trastorno se manifiesta por retraso o ausencia del orgasmo después de una fase de excitación sexual normal. En el hombre los problemas del orgasmo ocurren cuando éste logra la eyaculación con mucha dificultad. La eyaculación precoz es el trastorno más frecuente en los hombres casados. Se ha reportado que más de un 25% la padece. Por otra parte, actualmente se considera la eyaculación prematura es la segunda causa más frecuente por la que los hombres buscan tratamiento sexual. Se considera que un hombre presenta eyaculación precoz si, de una forma recurrente, eyacula con un mínimo de estimulación, antes, o inmediatamente de realizar la penetración del pene en la vagina, o antes de que el hombre experimente el deseo de hacerlo. Dado el contexto socio-cultural de los hombres latinoamericanos, la eyaculación prematura podría constituir un problema psicológico bastante traumático para ambos compañeros sexuales, pues aunque afecta directamente al hombre, indirectamente podría contribuir a que la mujer experimente dificultades para lograr el orgasmo. Otros trastonos que encontramos son el dolor de cabeza después del coito, la anhedonia orgásmica, en la cual el hombre no experimenta sensación de orgasmo físico; por otro lado, el dolor masturbatorio, el cual es experimentado con la masturbación sin que exista ningún problema físico.

Las disfunciones sexual en general parecen terner una causa tanto psicológica como física, o ambas al mismo tiempo. Por ejemplo, la falta de deseo sexual puede estar relacionada con el estrés crónico, la ansiedad, o en muchos casos con la depresión, o el uso de medicamentos y abuso de sustancias controladas. Lo que ocurre es que se deprimen los centros nerviosos y disminuye la producción de testosterona. Por otra parte, una abstinencia prolongada puede disminuir el deseo o apetito sexual. El estrés causado por una enfermedad crónica es otras de las explicaciones de la disminución del deseo sexual. Hoy día sabemos que en el caso de la impotencia, existen causas tanto físicas como psicológicas. Hallazgos médicos han demostrado que más del 75% de los hombres con impotencia tenía una causa física, tales como trastornos del cardiovasculares, enfermedades renales, enfermedades del hígado, como la cirrosis; malnutrición, diabetes mellitus, esclerosis múltiple, abuso de alcohol, o de otras drogas psicoactivas, cirugía de la próstata, etc. Entre las causas psicológicas de la impotencia tenemos los trastornos de la ansiedad, la tensión, el estrés, la depresión, la esquizofrenia, y la demencia. Existen muchas modalidades de tratamiento para las disfunciones sexuales, tales como la “terapia sexual dual” desarrollada en 1970 por Master y Johnson., la cual involucra a ambos compañeros sexuales. Esta estrategia comienza con una revisión de las aspectos psicológico y fisiológicos del funcionamiento sexual y evalua las atitudes de la pareja hacia la conducta sexual y sus habilidades de comunicarse. Otra técnica utilizada es la “terapia sexual breve” que se enfoca en la corrección del trastorno sexual. El “método del apretón” ha sido utilizado, especialmente, para los casos de la eyaculación prematura. Se entrena a la mujer para que apriete la cabeza del glande de su compañero sexual antes de la eyaculación a fin de detener la eyaculación y de este modo prolongar la fase de la excitación. Alternativamente con estas técnicas se puede utilizar el unguento de dibucaine (Nupercaine) al 1% para aplicarlo en la cabeza del pene para reducir la estimulación. Existen otras muchas técnicas y tratamientos para las disfunciones sexuales, la mayoría de los cuales se centran en los problemas de erección en el hombre. Los cuatro tratamientos médicos más populares son : (1) las medicinas orales, (2) la injección de sustancias vasoactivas directamente en el pene, (3) la cirugía y (4) la terapia del dispositivo al vacío. Entre las medicaciones que se han usado con relativamente buen éxito se encuentra el Prozac para los casos asociados con la depresión y el Redux para casos relacionados con la obesidad. Ahora bien, la medicina “maravillosa” y que ha revolucionado el tratamiento de la erección del pene ha sido el Sildenafil (Viagra). Para que tengamos una idea del impacto y populoaridad de esta droga, la cual fue introducida en 1998, en dos semanas se recetaron 37,000 tratamientos y en la primavera de 1998 se estaban haciendo 10,000 recetas diarias. Sin importar que su costo por pastilla es de aproximadamente $10.00, y de que produce dolor de cabeza como uno de sus efectos secundarios, esta droga ha convertido en obsoletos a la mayoría de los tratamientos para la disfunción de la erección del pene. Los programas de tratamiento tanto psicológicos como médicos ofrecen esperanza para muchas personas que sufren de trastornos sexuales. Desafortunadamente, nuestra población no dispone de la mejor orientación y consejería para afrontar profesionalmente los casos de disfunciones sexuales. En ocasiones, por ejemplo, se subestima la sexualidad en la tercera edad (envejecimiento). Conjuntamente con el enfoque en la comunicación y la educación, existen lubricantes para mujeres, los cuales ayudan a la erección del hombre contribuyendo al disfrute sexual en este período de la vida. Finalmente, debemos ser cautelosos con productos que nos ofrecen un “mundo sexual maravilloso”, pues, muchos de estos productos no han sido científicamente documentados y por tanto se desconoce su efecto beneficioso o nocivo para nuestra salud.

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